domingo, 8 de junio de 2014

Me iré Mery. A otra tonalidad.

Versa la canción que aquella noche sórdida sonaba en medio de los gritos desesperados de las cigarras que llevaban dos semanas de encierro y régimen de lluvia y alquitrán. Quebrando el tiempo como un puño atraviesa el cristal. Como una mano ensangrentada que retrocede para mantener la guardia que no proteje al cuerpo de los golpes de la memoria. Palabras de otra lluvia, de otra noche fueron plantadas en mi cabeza y germinaron entonces. Están rompiendo el pavimento.

martes, 27 de mayo de 2014

Con la canción de la lluvia y la cigarras dormimos.
El sudor seco pegado al cuerpo y sin palabras, enlazados, dormimos.
Con las sábanas enredadas en las piernas y volteando cada uno a una dirección distinta. El sol se pone y vuelve. El ojo que todo lo ve.
Para que el día nuevo comience jamás, para detener el motor del amanecer.
Un martes que es una cucharita para café.

lunes, 21 de abril de 2014

Sleep

Aquella semana me perdí en más de un sentido, en más de un parque, en más que los 7 días con que el mes se estaba cerrando luego de la mitad primera de jornada extenuante y la mitad segunda de paseos brownianos, de andanzas hasta que el sol se oculta y sabes que tienes un par de horas para alcanzar alguna estación del tren antes que la noche, antes que debajo de los puentes.
Caminé como pude a la calle donde recuerdo haber dejado el túnel del tren, caminé por una hilera de arboles y bancas por muchos metros hasta que las opciones solo eran girar a la derecha o cruzar la calle, nada de túnel y me detuve cerca de la esquina a repasar mentalmente la sucesión de pasos que dí para llegar, luego la atronadora rebanada de tiempo en la sala Charlie Parker y las fotografías que tomé al pasar por la fuente donde también descansé y medité sobre la dirección a tomar para alcanzar el subterraneo.
Tomé el teléfono y descubrí imagenes que no recordaba haber enmarcado los pocos minutos anteriores cuando salí a la calle con la convicción de que siguiendo la hilera de bancas y árboles reencontraría el rumbo que me llevaría hasta el subterraneo. Soy la clase de tío que va solo a los conciertos, que oculta un par de spliffs preparados en la bolsa del tabaco y guarda el tabaco junto a la libreta en la mochila de mano, junto al telefono para fotografíar la fuente, junto a la cartera y el billete para tener una excusa al momento de la revisión: tomas el billete y la bolsa y la cartera y le entregas el billete al inspector, levantas la cartera y como nadie quiere que el tabaco se riegue levantas también la bolsa, a veces dan una mirada al interior, un teléfono, un par de monedas y un racimo de llaves, adelante. Soy la clase de persona que sale a fumar con una pinta de cerveza en la mano, junto a la malla que separa el pequeño espacio del exterior. Soy la clase de persona que se detiene completamente ebrio a fotografíar una fuente después de medianoche, unos minutos antes de que pase el último tren y excarva los bolsillos buscando monedas del cambio de las pintas en la barra, cruzando la avenida hay un monoprix para comprar un par de latas más. Y me detuve en aquella banca cuando no encontré la escalera para bajar al túnel del subte y este hombre que me seguía desde hacía unos segundos se sentó también al otro lado de la banca para preguntarme si lo que buscaba eran mujeres. Fuego, le respondí luego de armar otro cigarrillo y ponermelo en la boca. Colombiana, 18 años, tan pocos euros. Mujeres no, fuego. Y volvió a articular frases rápidas en aquella extraña lengua que jamás habia escuchado y jamás creo volver a escuchar.
Las siluetas iluminadas que brotan de debajo del nivel de la tierra en la entrada de un túnel al subte mientras trataba de entender alguna palabra suelta que me hiciera comprender qué desencadenó el río de sonidos con tono cada vez más grave que el hombre en la banca soltaba sin parar. Mujeres no. Fuego. Y recordé el encendedor en el bolsillo trasero, la clase de cosas tan simples que uno no puede recordar luego de un par de porros, tres bandas de stoner y todas las pintas de cerveza que la cartera pudo pagar. Regresé por la calle a medio iluminar y reecontré la entrada al parque, la fuente otra vez, volví a mirar el teléfono y comprendí que el error habia sido guiarme desde el sitio de la última foto y no desde el frente de la fuente como al llegar. Reconstruí los pasos y caminé ahora sin vacilar hacia el túnel que me llevaría al inframundo.
Dos o tres personas, muy probablemente algun vago entre ellos, cruzaron frente a mí que, desparramado en la banca junto a la expendedora de bebidas, dormitaba mientras trataba de poner atención a la llegada del tren. Dos minutos señaló el tablero. Tres. Dos otra vez, de pronto el sonido del frenar del armatoste mecánico. Levantarse, caminar a un asiento cerca de la puerta, lo suficiente para poder bajar si observas la puerta cerrando en la estación marcada. Una voz que advertía que habia olvidado esto en la banca mientras me entregaba el rollo de cartón impreso en que gasté las monedas que luego hubiera usado para cruzar la calle al monoprix y comprar un par de latas más. Lo extendió hacia mi y no pude más que medio articular gracias, arrastrando tanto todas las letras como fue posible. Una sonrisa de rayos de amanecer me devolvió al territorio de mi sueño anterior y cuando desperté estaba a dos estaciones aún de mi destino, ella se habia ido y nunca pude siquiera agradecerle correctamente. Transbordé el tren por los revueltos pasillos que suben y bajan y después de otro recorrido y más escaleras me reecontré con un panorama familiar, los vigilantes cerraban las puertas y el sonido de las 2 salidas que ya no pude tomar permanece aún en mi cabeza. Más escaleras y esa sensación de mucho viento al volver a la calle. Caminé al semáforo para cruzar y seguí caminando. Una manzana antes de llegar a casa el roomie me alcanzó diciendo que me habia visto tambalearme al cruzar la calle. No lo dudo dije, necesito dormir. ¿Qué hacía afuera a esa hora? Me pregunté.
Otra vez habia olvidado el poster, esta vez en el vagón.

viernes, 3 de enero de 2014

Ella tiene razón. No entiendo nada.