domingo, 4 de agosto de 2013

El viernes festejamos un cumpleaños hasta que amaneció siendo sábado y nos encontramos sentados en 12 packs de cerveza lager en el baldío a mitad de un fraccionamiento sin vigilancia, las palabras incompletas y la despedida con besos en la mejilla, luego el salto de nivel y conducir de regreso al pueblo buscando alivio del hambre.
A pocos metros de la casa de mis padres soné el claxon para saludar a un tío, el zaguán se abrió y aparecieron mi madre y hermano a quienes acompañé a conseguir flores de calabaza. Regresé con los zapatos llenos de lodo a dormir un par de horas.